sábado, febrero 07, 2015

Clase desde un peñero: Cultivos de mejillón

En efecto, el mejillón puede cultivarse. En La Guardia, Pilar Cabrera y Niels Petersen se han dedicado a esto y no solo son reconocidos porque cultivan: Han recuperado el casi extinto mejillón negro (El llamado Perna Perna). Para entender cómo funciona el cultivo tienes que montarte en el peñero y dejar que el guía (Xavier en el caso de mi bote) te eche bien el cuento. Primero te indican donde estás ubicado y te dan puntos de referencia que los mejilloneros utilizan para atender el espacio. De hecho, son los mismos principios que se usan desde la antigüedad, solo que de día no ves las estrellas y debes adecuar los puntos de referencia. El recorrido continúa con una parada cerca de los límites de La Guardia y te lanzas a la playa para aprender a diferenciar un chipi-chipi de guacuco. Claro que tendrás que pescar tu espécimen con una bailada dentro del mar: Los pies hacen una "v" y zapateas haciendo un hueco, donde el guacuco queda atrapado. Se dice fácil. Pero es para admirar a quién se dedica a ello, sobre todo bajo el solazo.


Luego, de vuelta al bote y a buscar los mejillones. Algunos de los tripulantes (mis compañeros de clase con los guías del recorrido) nadan y extraen una masa amorfa marrón, que ya cerca defines como un cúmulo de mejillones adheridos a una superficie. Xavier explica la diferencia entre uno y otro y su hija, quién nos acompaña (ese día no tenía escuela), nos enseña también a cómo separarlos para luego comerlos. Es un trabajo delicado, porque dependiendo de lo que hagas, matas antes de tiempo al mejillón. Si lo vas a devolver al mar, no le arranques las barbas. Otro de los guías (Niels), nos explica algunos detalles que permiten diferenciar un mejillón de otro y cuenta que el verde acaba con el negro; un compañero de clase (Henry, quién es biólogo marino) explica también la adaptabilidad de algunas especies a nuevos hábitats y cómo llegan a nuestras costas a causa de los barcos que van de un continente a otro.

La siguiente parada es una balsa, donde está propiamente ubicado el cultivo. El olor incomoda (gracias a las aves), pero te olvidas rápidamente cuando inicia la explicación de cómo se siembra el mejillón. Básicamente, ellos se adhieren a cualquier superficie, así que el truco es amarrarlo a nuestro lugar de interés, tomado en cuenta la profundidad necesaria para que ellos puedan crecer. Cuerdas de dos metros de longitud y redes (o preferiblemente un tipo de gasa que no tenemos en Venezuela) permiten colocarlos y forzarlos a adherirse. Luego a vigilar y esperar unos tres o cuatro meses.

Llegamos finalmente a la orilla y nos ofrecen una degustación de cuanto pescamos. En una plancha de zinc ardiente se colocan los mejillones y se dejan cocinar unos minutos. Las conchas se abren con el calor y sabemos que no quedará ni uno allí. Algunos prefieren los blancos y otros los prefieren rojos (hembra o macho respectivamente)... Pero asados y con limón, como vengan.

Datos curiosos:
  • Los mejillones tardan 3 a 4 meses en ser recolectados si son de cultivo, en el caso de La Guardia. No tienen el problema de la veda y permiten que otros ecosistemas se recuperen.
  • Los barcos transportan larvas y huevos de diferentes especies en sus filtros.
  • Los mejillones deben ser retirados a mano.
  • Las "barbas" son parte del mecanismo de sujeción del mejillón. Al retirárselo le impides sobrevivir al ser devuelto al mar.
  • Muchos países tienen prácticas de cultivo (mejillones, salmón, etc). No tocan otros ecosistemas para obtener producción.
  • En una balsa puedes amarrar hasta 110 cuerdas, de las cuales obtendrás más de un metro de longitud, cubierto por mejillones.



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