Así como se tienen incursiones como
cocinero, se tienen incursiones siendo comensal. Hace casi un año, un amigo me
recomendó pasarme por La Asunción el viernes santo y ser testigo de los
reconocimientos que los palmeros y cargadores del Santo Sepulcro dan a quienes
sobresalen en estas tareas. Estos señores tienen una jornada bien larga,
durante la cual deben reponer energía. Todos colaboran entonces en el preparado
del combustible: La Frijolada. Esta preparación no era en un principio abierta
al público, pero hace unos quince o dieciséis años comenzaron a compartirla con
el resto de los asuntinos y asistentes a la ceremonia. Yo tuve el honor de
asistir (confieso que llegué casi coleado, porque no entendí al principio de
que se trataba el asunto, pues a mí solo me mencionaron la frijolada en
cuestión) y quedarme a ver toda la actividad. Llegado el momento hice mi
cola (y me tocó lavar una tapara dada la fluencia de comensales) y recibí una
ración que mi namorada y yo devoramos con gusto. Este plato
no era otra cosa que poesía a base de granos. Casi había culpabilidad.
Durante la jornada de Margarita
Gastronómica 2015, me anoté en La Ruta Asuntina (un recorrido por diferentes
locales dedicados a la restauración en La Asunción), la cual culminaba con un
frijolada. El chef Sumito Estévez habló de este manjar y el cómo se llega
a darle espesura al guiso. Comentó que llevaba hasta chimbombó, planta herbácea
que para mí era un fantasma persecutorio, del cual huía en mi niñez y
adolescencia... Y en verdad qué ganancia descubrir cuanto lo has disfrutado de esta
manera tan accidental.
Dejo acá para ustedes (en parte porque es
una asignación académica), la receta y preparación de La Frijolada Asuntina.
Los ingredientes:
La preparación:
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