sábado, abril 16, 2022

Como traido por la niebla

…y llega un tiempo para desaparecer. El corazón del hombre se pudre. Y rápido. Y la mejor forma de hacerse invisible no es quitarse del medio. Es convencer al resto del mundo de que se es invisible; como esas plantas poco llamativa en un vivero. Diluirse como la sal en el agua, como azúcar en el café, como las virtudes en la dialéctica de las equivocaciones. Es mezclar la tierra con el cemento, que al secarse ya hace inútil buscar rastros. Empastarse de gris y quedarse en una repisa de libros grises, sin letras en el lomo, que digan que hay escrito allí… Y entonces, de algún modo la ausencia se convierte en liberación. Así, aquellos a quienes se busca despistar se golpearán con ramas o pasarán de largo junto al estante. Probablemente hay ecos de esa planta, de ese libro. Aunque a la vista, todo quedará ausente, oculto ante la homogeneidad de la multitud; diferente en esencia pero opacado por la ociosidad de la vista…