Ala vista pájaros de esos que trazan circunferencias incomprensibles,
al rededor de pináculos vestidos de tela blanca, desde los cuales, constantes y sin mayor prisa,
las aves descienden para escrutar los acantilados de la costa,
a veces acometiendo contra el vital líquido, hurtando el fruto escondido bajo el agua,
llevándole orgullosamente en el pico.
Un poco lejos de la costa, mamíferos saltan y regresan al agua.
Todo sin acompasar el paso de las horas, sumergido en estado de presencia...
De improviso parece todo un desvarío, una mera alucinación que se termina
dejando al frente, a los lados y detrás, un horizonte de oscuro fondo e incierto destino.
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